El utilitarismo se basa en la búsqueda de la felicidad; es decir del máximo placer y el mínimo dolor; para el mayor número de personas. Para ello es necesario pensar con todo detalle qué acciones debemos realizar y el modo de llevarlas a cabo para obtener nuestro objetivo.
El utilitarismo comenzó con las filosofías de Jeremy Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873). Bentham concibió la idea cuando se encontró con las palabras "la mayor felicidad para el mayor número" en Treatise of Government, de Joseph Priestly.
Jeremy Bentham desarrolló su sistema ético alrededor de la idea del placer. Se apoyó en el antiguo hedonismo que buscaba el placer físico y evitaba el dolor físico. Según Bentham, las acciones más morales son aquellas que maximizan el placer y minimizan el dolor. Esto ha sido denominado a veces "cálculo utilitario". Una acción sería moral si produce la mayor cantidad de placer y la menor cantidad de dolor.
John Stuart Mill modificó esta filosofía y la desarrolló aparte del fundamento hedonista de Bentham. Mill usó el mismo cálculo utilitario, pero en cambio se centró en maximizar la felicidad general calculando el mayor bien para el mayor número. Mientras Bentham usó el cálculo en un sentido cuantitativo, Mill lo usó en un sentido cualitativo. Él creía, por ejemplo, que algunos placeres eran de una calidad superior a otros.
El utilitarismo ha sido aceptado por tantas personas simplemente porque parece tener mucho sentido y parece relativamente sencillo de aplicar. Sin embargo, cuando fue propuesto por primera vez, causó una gran polémica ya que intentaba propagar una forma de vida moral que no se basase en las indicaciones de la Biblia. Defendía la idea de que no había ninguna necesidad de buscar lo divino, que usar la razón era suficiente.
Centrándonos ahora en los fundadores del utilitarismo debo decir que:
Jeremy Bentham desarrolló esta idea de la utilidad y un cálculo utilitario en Introduction to the Principles of Morals and Legislation (1781).
Al principio de esa obra, Bentham escribió: "La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos, el dolor y el placer. Les corresponde sólo a ellos señalar lo que debemos hacer, así como determinar lo que haremos. Por un lado, la norma del bien y del mal, por el otro la cadena de causas y efectos, están sujetos al trono de ellos. Nos gobiernan en todo lo que hacemos, en todo lo que decimos, en todo lo que pensamos.
Bentham creía que el dolor y el placer no sólo explican nuestras acciones sino también ayudan a definir lo que es bueno y moral. Él creía que este fundamento podría brindar una base para la reforma social, legal y moral en la sociedad.
Es clave para su sistema ético el principio de utilidad; es decir ¿cuál es el mayor bien para el mayor número?
Bentham escribió: "El principio de utilidad significa aquel principio que aprueba o desaprueba cada una de las acciones según la tendencia que aparenta tener para aumentar o reducir la felicidad de la parte cuyo interés está en cuestión; o, lo que es lo mismo en otras palabras, para promover u oponerse a esa felicidad".
John Stuart Mill leyó las publicaciones de Bentham. Mill dijo que le embargó la sensación de que "todos los moralistas anteriores habían quedado superados". Él creía que el principio de utilidad "daba unidad a mi concepción de las cosas. Ahora tenía opiniones: un credo, una doctrina, una filosofía; en uno de los mejores sentidos de la palabra, una religión; la inculcación y difusión de lo que podría convertirse en el principal propósito externo de una vida".
Mill modificó el utilitarismo de Bentham. En tanto que Bentham estableció un utilitarismo del acto, Mill estableció un utilitarismo de la regla. Según Mill, uno calcula lo que está bien comparando las consecuencias para todos los agentes pertinentes de reglas alternativas para una circunstancia particular. Esto se hace mediante la comparación de todas las circunstancias o entornos pertinentes similares en cualquier momento.
Pero ¿por qué llegó a ser tan popular el utilitarismo? Hay varias razones:
· Primero, es un sistema ético relativamente fácil de aplicar. Para determinar si una acción es moral uno debe simplemente calcular las consecuencias buenas y malas que resultarán de una acción específica. Si lo bueno supera a lo malo, entonces la acción es moral.
· Segundo, el utilitarismo evita la necesidad de apelar a la revelación divina. Muchos de los que adhieren a este sistema ético están buscando una forma de vivir una vida moral aparte de la Biblia y una creencia en Dios. El sistema reemplaza la revelación por la razón. La lógica, antes que una adherencia a principios bíblicos, guía la toma de decisiones de un utilitarista.
· Tercero, la mayoría de las persona ya usa una forma de utilitarismo en sus decisiones diarias. Tomamos muchas decisiones no morales cada día basadas en las consecuencias. En la fila para pagar en la caja buscamos la cola más corta para poder salir por la puerta más rápidamente. Tomamos la mayoría de nuestras decisiones financieras (librar cheques, comprar mercadería, etc.) según un cálculo utilitario de costos y beneficios. Así que tomar decisiones morales usando el utilitarismo parece una extensión natural de nuestros procedimientos de toma de decisión diarios.
Hay, también, una serie de problemas con el utilitarismo:
· Un problema que tiene es que conduce a una mentalidad de que "el fin justifica los medios". Si cualquier fin valedero puede justificar los medios para alcanzarlo, no se tiene un verdadero fundamento ético. Pero todos sabemos que el fin no justifica los medios. Si fuera así, entonces Hitler podría justificar el Holocausto porque el fin era purificar la raza humana. Stalin podría justificar la matanza de millones de personas porque estaba intentando lograr una utopía comunista. El fin nunca justifica los medios. Los medios deben justificarse a sí mismos. Una acción específica no puede ser juzgada como buena simplemente porque puede conducir a una buena consecuencia. Los medios deben ser juzgados por alguna norma objetiva y consistente de moral.
· Segundo, el utilitarismo no puede proteger los derechos de las minorías, si la meta es el mayor bien para el mayor número. Los estadounidenses del siglo XVIII podrían justificar la esclavitud en base a que brindaba una buena consecuencia para la mayoría de estadounidenses. Sin duda la mayoría se beneficiaba de la mano de obra barata, aun cuando la vida de los esclavos negros fuera mucho peor.
· Un tercer problema con el utilitarismo es la predicción de las consecuencias. Si la moral está basada en los resultados, entonces tendríamos que ser omniscientes para predecir precisamente las consecuencias de cualquier acción. Pero, cuando mucho, sólo podemos adivinar el futuro, y a menudo estas estimaciones razonadas son erróneas.
· Un cuarto problema con el utilitarismo es que las consecuencias mismas deben ser juzgadas. Cuando ocurren resultados, todavía debemos preguntar si son resultados buenos o malos. El utilitarismo no brinda ningún fundamento objetivo y consistente para juzgar los resultados, porque los resultados son el mecanismo usado para juzgar la acción misma.
Bueno en cuanto a mi reflexión sobre el utilitarismo, yo me pregunto si a todo el mundo le parece que es incuestionable y suficiente; es decir; además de los problemas que como bien he dicho antes tiene; ¿no os parece que, a menudo, en la vida cotidiana nos encontramos con situaciones en las que si aplicamos los conceptos del utilitarismo no actuaríamos de forma moral?
A mí me parece que el utilitarismo es quizás un poco incoherente. Por supuesto demostrar que el utilitarismo es incoherente, no es una labor fácil, sobre todo teniendo en cuenta que es una teoría ética tan favorecida por filósofos y científicos.
Os voy a poner un ejemplo; hay un incendio en dos casas y solo hay un coche de bomberos y tú eres el jefe de bomberos, por tanto eres tú quien debe decidir a qué casa se debe ir. En una casa hay una persona y en la otra hay diez; basándote en el utilitarismo vas a la casa en la que están las diez personas (el mayor bien para el mayor número de personas ¿lo recordáis?).
Bien, pues ahora imagínate que en la casa en la que solo hay una persona, esa persona es tu hijo; un utilitarista primitivo diría que de todos modos debes salvar a las 10 personas, y claramente sería moralmente monstruoso. Un utilitarista sofisticado empezará a argumentar que debes salvar a tu hijo porque si salvas a las 10 personas minas la institución de la familia sobre la que está basada la sociedad y eso causa más daño.
Pero en el momento en que la suma del bien y el mal ya depende de instituciones sociales que no dependen de la suma del bien y el mal, se vuelve incoherente porque basa la moral en otra cosa, aunque la disfrace de utilitarismo.
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